FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley
No sabemos qué sería de él si Víctor Valdés hubiese elegido el traje y la corbata en lugar de los guantes y la pelota. Seguramente se hubiera lanzado de un quinto piso junto a su placa de empleado del mes. Pero ese niño que no quería ser portero, cuya vida deportiva le atormentaba hasta límites freudianos y que ha acabado auto exiliado de la civilización como un veterano de guerra, se ha convertido por obra y gracia de su profesionalidad en uno de los mejores porteros de la historia del FC Barcelona, donde hasta hace nada ganaba por castigo junto a la constelación de estrellas que encabezó Guardiola en los años de mayor bonanza. Sigue leyendo