The end… maybe?

¡AQUÍ SE JUEGA! | Jorge Ley

LA CATÁSTROFE moral y política que ha ocupado la Casa Blanca desde ese infausto enero de 2017 ha decidido atrincherarse como Tony Montana, pero sin el glamour del ocaso, y arrasar el prestigio del sistema electoral estadounidense y su democracia formal, ya muy diluido, ante el inminente anuncio de su derrota. A ver si en su convenientemente moldeada SCOTUS suena la flauta. La flauta del golpe. Dramáticamente esperable. Los tiranillos paridos en Fox News y para Fox News, entre otras cosas, han de actuar como tales hasta el suspiro final; a riesgo evidente de irse envueltos en un ridículo funeral circense. Los inefables Murdoch, creadores de las criaturas, le piden ahora que pare, pero en semejante sujeto, un último homenaje a la barbarie venía de serie. Trump, en estupefaciente concierto de delirios, ha llorado por un fraude inexistente, ha denunciado unos bloqueos partidistas fantasma y ha pedido detener el conteo de votos y que se siga contando. No hay consistencia interna en el delirio y menos en el delirio hecho hombre. Nada. Salvo las señales críticas del fin civilizatorio.

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¡Se ha moderado!

Jorge Ley

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El último mantra con el que ciertos medios de comunicación alrededor del mundo han tratado de infundir esperanza en la población después del «cataclismo Trump» consiste básicamente en repetir que el lobo, al que casi todos tratamos como tal, no existe. Sus tics autoritarios, sus frases de kínder y su profunda ignorancia de todo son solo las consecuencias previsibles de que la candidatura del Partido Republicano la haya ganado un showman. Un corderito con delirios de grandeza. Sigue leyendo

Frenando al soldado Trump

Jorge Ley

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El corredor del laberinto tiene en Thomas a un joven protagonista que se despierta de golpe en una suerte de elevador que lo lleva a un terreno desconocido sin acordarse muy bien de quién es, ni qué hace ahí, ni cómo llegó. Los analistas y periodistas estadounidenses y europeos, que han visto el ascenso de Trump en el número de votos electorales como quien ve la cuenta atrás del apocalipsis, se han despertado tras su victoria con la misma incertidumbre después de pasar meses y meses pensando que lo más subversivo que llegaría a la Casa blanca sería una mujer cuya costumbre más excéntrica consiste en mandar cartas en lugar de correos electrónicos.
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Ya está aquí

Jorge Ley

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La mera posibilidad de tener un presidente negro tras vencer a la «candidata inevitable», Hillary Clinton, que va camino de quedarse en ese papel secundario a perpetuidad, como el Atlético de Madrid en las finales de la Copa de Europa, imponía la ilusión en un país cuyos ciudadanos, hasta hace unos siglos, discutían a tiros si la esclavitud debía ser incluida en una constitución como se incluye hoy el derecho a la libertad de expresión.
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