Es por tu bien

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

Quizá lo más dramático que se pueda escribir de la penúltima debacle del Barça en la Copa de Europa (8-2) es que se antojaba perfectamente previsible. Tanto en la superioridad futbolística, mental y hasta física del rival, que fue un espectro al que perseguían, sombras, los futbolistas del Barça, como en el apartado estadístico, que es un libro en sí mismo. Fueron 8, pudieron haber sido 10 o 6 y nadie tendría el derecho a sentirse particularmente sorprendido. A lo mejor estafado. Y allí sí habría razón de sobra. Les han arrebatado su club y lo han ido desarmando día tras día, en notable trabajo de orfebrería, unos sujetos incapaces de concebir planes que duren más de un telediario y que solamente son efectivos e implacables si se trata de practicar la aparatosa tarea de demolición. Lo del Bayern no fue sino el reflejo exterior, público y, sobre todo, impúdico de lo que sucede al interior desde ese infausto verano de 2010. Si quedasen resquicios de dignidad, de respeto por el club, pues, Bartomeu y los suyos tendrían que dimitir antes de que los dimitan. Antes de que la presión pública, de haberla en todo su esplendor, los haga saltar por los aires. Así podrán salir, al menos, con una foto decorosa al final de un mandato lisérgico y corrosivo.

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Suma y sigue

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

La vida en el Wanda Metropolitano se apagaba de manera tan anticlimática, un improperio, que a Leo Messi no le quedó más que sacar la capa que había escondido en uno de los agujeritos que suele cavar como trampa mortal el cholo Simeone. ¡Que alguien le avise a Valverde! Total, de forma abrupta el 10 le arrebató el traje al compañero Ter Stegen, que del otro lado del campo hizo tan suya la redonda que por un momento pareció una extension indebida de su cuerpo, como si jugara embarazado. Messi se hizo del balón, encendió el piloto automático y fraguó el castigo definitivo; que ya iba tarde a la gala y, además, había que empacar. Su suerte y la del Barça es que el astro argentino contemporiza las jugadas, los hachazos y hasta la fotografía del momento como si le pusiera pausa hasta a lo inerte, a ver si el resto de mortales que intentan jugar a lo que él lo contemplan igual de deslumbrados que la primera fila del estadio. En lo que uno traduce las señales que emite, ya el argentino ha volado a Hong Kong. Así aprovechó una estirada exuberante de Frenkie de Jong, que es como el airesito de éxtasis que deja a su paso un Ferrari, una estampida de Sergi Roberto, la pasada de manual que jamás perderá Luis Suárez… Con cada detallito fue dibujando en su cabeza la estela de la muerte que mandó al último rincón, allí donde Oblak suele levantar imperios. Cuentan que más de un rojiblanco se desplomó al ver al argentino perfilarse frente al arco, todavía sin desenfundar. 85′ de buscar grietas, 30 segundos para encajarte el tiro de gracia de la nada. La fantasía de la rutina que es Messi. Sigue leyendo

Tiranizar el sufrimiento

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

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El fútbol es pura incertidumbre y Messi, su única certeza. Eso y la razón primordial por la cual el Barça ha salido de una sola pieza de esa jaula a 100° centígrados que es el Liverpool de Klopp. Ese acoso incesante de Salah y Mané, esa bala disparada que es Robertson y hasta las llegadas de un Milner punzante, que por hiperactivo parecía que se acababa de soltar de los amarres de un manicomio. El Barça puede empezar a entender su insultante triunfo (Si es que puede), su goleada fast track en semifinales de la Copa de Europa, a partir de esa estela inexplicable que lleva el 10 en la espalda. La otra razón, que empieza a ser también de una excéntrica regularidad, es el concierto de intervenciones decisivas que comienza a cosechar cada semana Ter Stegen. El arquero alemán cimentó la victoria que Messi, implacable, después se cobraría. Una vez más, el argentino disparó primero y preguntó después. Sigue leyendo

Leo en la gran noche de Johan

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

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8 minutos en los que se congeló el infierno. Eso duró el agobiante momentum del Manchester United de Solskjær en el Camp Nou, que si bien no tuvo final, sí que tuvo un fugaz comienzo. Un periodo cortísimo pero asfixiante en el que mareó al Barça con una velocidad endiablada que hacía parecer a los mancunianos finos representantes de la precisión suiza. Rashford y Lingard combinaban al instante como si se conocieran desde el jardín de niños, De Gea miraba el paisaje muy tranquilo, como un turista, y Pogba estaba a medio centímetro de la consagración mediática. El dichoso cuento de la Cenicienta. Del niño desahuciado que frotaba la lámpara. La Copa de Europa tiene estas propiedades mágicas: De repente, el Barça no comparecía en el partido, que es lo peor que te puede pasar en una eliminatoria no resuelta. Y que es lo peor que le puede pasar al Barça, que cargaba hasta esta noche con los fantasmas de Dzeko y De Rossi en los tobillos como si fuesen bolas de demolición. De ahí que a los 32 segundos, Rashford se colocara casi delante de Ter Stegen. Su tiro se levantó letal y solo fue detenido por un travesaño arisco con sus intenciones. Marc André saltó victorioso como si le esperara una noche muy dura, de parir milagros constantes y hacer sobreesfuerzos angelicales. Sigue leyendo

La última fotografía del mismo naufragio

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«Mentiría si dijera que esto servirá». Algo así vino a decir ayer Sergio Busquets en zona de prensa minutos después de que la Roma le prendiera fuego al Olímpico como el guitarrista que destroza su instrumento en el escenario. Por pura gula y placer. La Roma de Dzeko, Manolas y De Rossi, que llegaba con una desventaja pesada como una losa, había devorado al equipo de Valverde más timorato e inoperante de la temporada. Sigue leyendo

Hacer el amor con los postes

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

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Luis Suárez está jugando tan mal que a veces me lo imagino llegando al vestidor tras los partidos hecho un Hulk, vociferando a regañadientes (Él lo haría, claro que lo haría) y destrozando el tinglado como si viniera de encender una guitarra en algún concierto de Montevideo. Ernesto Valverde da la cara por él en conferencia de prensa y dice que los goles van y vienen en un centro delantero, pero que su aporte al tirar desmarques, generar espacios y partirse la cara es otra historia, de las que vale la pena reseñar. Es decir, Suárez tiene el beneficio de la duda. Cómo no. El tino, eso sí, está siendo tan lamentable que pronto deseará Luisito tener relaciones con el poste. Como decía Valdano con los árboles. Sigue leyendo

Un libro, una rosa y una camiseta

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

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Cuando Leo Messi levita por el campo, como si entrara en combustión, no cabe otra cosa que deponer las armas, ponerse de rodillas y arrojar las manos detrás de la cabeza. Es una manera de rendirte ante la evidencia del que es muy probablemente el mejor futbolista de todos los tiempos. No necesitó otra cosa el Barcelona para derrotar al Real Madrid en el Bernabéu y revivir una Liga que se escapaba por las rendijas. Para no perderlo, Ter Stegen firmó otra exhibición demoledora; para ganarlo, Messi firmó una inexplicable. Sigue leyendo

Un despertador en shock

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

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Llevado en volandas sobre la espalda de Neymar, porque atrás todo lo podía Ter Stegen, desde meter la pierna para frustrar el penúltimo intento de estacada al corazón hasta dejar caer su propio peso en mediocampo para que ahí o pasara la pelota o pasara el rival pero jamás ambos, el Barça marcó el 4-1. Lo hizo levantando a un Camp Nou anestesiado, que veía alejarse la victoria tras tocarle la puntita de los dedos como en efecto boomerang, y que creyó y creyó hasta que Cavani puso tierra de por medio. ¿Quién pensaría que no de forma definitiva? Sigue leyendo

Ecos de Balaídos

Fuego a discreción | Jorge Ley

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Sin Messi, que es como perder en una turbulencia el secreto del éxito de la Coca Cola, parece que hay una constatación respecto al Barça más que demoledora: Iniesta no es prescindible. Porque más allá de tener un «Ikea en la cabeza«, como llegó a escribir Rubén Uría, es el único capaz de cargar con relativo éxito el papel estelar en esa travesía por el desierto que representa ser un equipo pensado al 100% en un alíen al que dejaron por tierras rosarinas recién nacido y entre trapos. Quien sabe desde qué lugar.
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El (pen)último vals de Bravo

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

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Fue irse del Madrid Iker Casillas y que un ejército de viudas «periodísticas» se agolpara en las redes sociales, como si fuesen plañideras de nacimiento, para llorar la pérdida. Y no hablo de quienes lagrimeaban agradecidos al portero histórico; esos son más de ir al Bernabéu con su camiseta por debajo del traje y los lentes negros para tirar rosas al campo, sino de los que tienen la necesidad de elegir piezas de decoración que empotrar en la pared como un trofeo de caza. Fue una sensación totalmente opuesta a la que me vino a la mente cuando Claudio Bravo detuvo el penal de Iborra. Y no porque desde ciertos altavoces no se intentara plantear la cuestión como un debate religioso y no futbolístico. De buenos y malos.
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