De infarto en infarto…

QATAR EN BLANCO Y MÁS NEGRO (II) | Jorge Ley

México, como si por fin alguien le hubiera encendido una bengala, fue todo lo que casi jamás fue durante el Martinato tras las secuelas de Raúl Jiménez y la incomparecencia de Corona: Un tormento que llevando la iniciativa condena al rival a la silla del dentista. Arabia Saudí entró al juego, pero el juego jamás le correspondió. Una exhibición de Luis Chávez, con un diamante a la escuadra incluido, sentenció las posibilidades del cuadro de Medio Oriente en esta Copa Del Mundo. Un concierto de ocasiones y llegadas mexicanas al que ayudaba una Argentina que, en algún punto de Doha, tenía sometido a una sesión de gota malaya a los polacos, que ya imploraban al mito Lewandowski y a quien se pusiera enfrente con medio ojo puesto en otra pantalla, a ver si así Lozano fallaba la suya u Ochoa se vencía como casi nunca en los Mundiales.

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Un Ochoa para todo

QATAR EN BLANCO Y MÁS NEGRO (I) | Jorge Ley


Con las críticas quasimundiales a propósito de un torneo porvenir y unas eliminatorias bajo mínimos, México se aposentó en Doha con mil fantasmas encima, un Martino discutido, más incluso que Osorio hace 4 años, y unas estrellas tocadas como Jiménez y otras fuera de circulación, a lo Corona, secando a Polonia y Lewandowski a tal punto que empezó a aprisionarse a sí mismo. No fue un torbellino que mareara a Szczęsny, pero jamás dio pelota por perdida con una presión y robo tal que Polonia no podía hilar una secuencia de pases decente, rogando porque el bota de oro fuese a agarrar la bola en medio de la cancha y llevarla bajo la camiseta al arco rival como si tuviera 8 años. Crímenes mucho mas grandes se ven en este Mundial. Y en Qatar. Los reales y los que se inventan.

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Purgar el mal ante Coutinho

TRAVESÍAS RUSAS (V) | Jorge LeyIMG_0408.JPG

Como condenados a la repetición eterna del mito de Sísifo, la Selección mexicana ha tropezado de nuevo con la piedra de los octavos de final de la Copa del Mundo. Resulta quizá más decepcionante que hace cuatro años, cuando México estuvo a segundos de tirar la puerta frente a Holanda hasta que Robben, de profesión correcaminos, se lanzó en el área al suelo como un sucedáneo de Neymar y ni el árbitro, ni México tenían VAR al que encomendarse. A los de Miguel Herrera se les cayó el mundo encima en Zona Cesarini. Algunos todavía tenemos en la memoria los gritos finales de Martinoli como si nos hubiera estallado al lado una incontenible olla de presión. 

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Implorando al mito Son

TRAVESÍAS RUSAS (IV) | Jorge Ley

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La sonora derrota que tuvo a México colgado del alambre por casi 40 minutos ante Suecia es la fiel representación de lo que está siendo esta fase de grupos de la Copa del Mundo: Un cúmulo de sufrimiento extendido por casi todas las canchas de Rusia y una inversión de las probabilidades en el status quo del fútbol mundial. O de lo que se supone que es. Por eso, la misma selección que fue una de las sensaciones de las dos primeras jornadas, México, apareció en Ekaterimburgo como un búnker a prueba de bombas y salió más agujereada que un queso gruyer.

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A la espalda del Vela de los buenos tiempos

TRAVESÍAS RUSAS (III) | Jorge Ley

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Un par de horas antes de que Toni Kroos salvara a una Alemania que se precipitaba al fondo del barranco, mandando a la lona a la Suecia más crecida por las circunstancias, México tuvo que recordar que en esta Copa del Mundo es candidata seria para dar más de una sorpresa. Lo hizo contra una Corea del Sur más combativa que de costumbre y un Heung Min Son que volaba como una abeja en esteroides a la que los defensores mexicanos no podían neutralizar. Volvió a surgir la figura de Ochoa. Pero más allá del elemento disruptivo que representaba el inspirado futbolista del Tottenham, marcando un golazo sobre la bocina, México se cargó con Javier Hernández y Vela la esperanza del país asiático. 

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Lozano rompe Matrix

TRAVESÍAS RUSAS (I) | Jorge Ley

Cuando casi nadie creía en las posibilidades de México, el fantasma del 4-1 de la Confederaciones rondaba peligrosamente el Luzhniki como una suerte de profecía autocumplida y a Juan Carlos Osorio, más de uno esperaba la derrota para enviarlo directo a un manicomio, como si eligiera sus esquemas y a sus futbolistas a través de los signos zodiacales, Hirving Lozano, que enganchó el balón dentro del área, dejó a Özil tirititando, sin cintura y a punto de regresar a Londres a lamerse las heridas, puso la pelota pegada al palo izquierdo de un Neuer sobrio, pero impotente ante la precisión suiza del futbolista del PSV (1-0). Un electrón suelto al que los alemanes jamás pudieron controlar; una falla en Matrix que, de cuando en cuando, le hacía un roto por la izquierda a un equipo superado y que por momentos solo la veía pasar.

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