Purgar el mal ante Coutinho

TRAVESÍAS RUSAS (V) | Jorge LeyIMG_0408.JPG

Como condenados a la repetición eterna del mito de Sísifo, la Selección mexicana ha tropezado de nuevo con la piedra de los octavos de final de la Copa del Mundo. Resulta quizá más decepcionante que hace cuatro años, cuando México estuvo a segundos de tirar la puerta frente a Holanda hasta que Robben, de profesión correcaminos, se lanzó en el área al suelo como un sucedáneo de Neymar y ni el árbitro, ni México tenían VAR al que encomendarse. A los de Miguel Herrera se les cayó el mundo encima en Zona Cesarini. Algunos todavía tenemos en la memoria los gritos finales de Martinoli como si nos hubiera estallado al lado una incontenible olla de presión. 

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Implorando al mito Son

TRAVESÍAS RUSAS (IV) | Jorge Ley

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La sonora derrota que tuvo a México colgado del alambre por casi 40 minutos ante Suecia es la fiel representación de lo que está siendo esta fase de grupos de la Copa del Mundo: Un cúmulo de sufrimiento extendido por casi todas las canchas de Rusia y una inversión de las probabilidades en el status quo del fútbol mundial. O de lo que se supone que es. Por eso, la misma selección que fue una de las sensaciones de las dos primeras jornadas, México, apareció en Ekaterimburgo como un búnker a prueba de bombas y salió más agujereada que un queso gruyer.

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Lozano rompe Matrix

TRAVESÍAS RUSAS (I) | Jorge Ley

Cuando casi nadie creía en las posibilidades de México, el fantasma del 4-1 de la Confederaciones rondaba peligrosamente el Luzhniki como una suerte de profecía autocumplida y a Juan Carlos Osorio, más de uno esperaba la derrota para enviarlo directo a un manicomio, como si eligiera sus esquemas y a sus futbolistas a través de los signos zodiacales, Hirving Lozano, que enganchó el balón dentro del área, dejó a Özil tirititando, sin cintura y a punto de regresar a Londres a lamerse las heridas, puso la pelota pegada al palo izquierdo de un Neuer sobrio, pero impotente ante la precisión suiza del futbolista del PSV (1-0). Un electrón suelto al que los alemanes jamás pudieron controlar; una falla en Matrix que, de cuando en cuando, le hacía un roto por la izquierda a un equipo superado y que por momentos solo la veía pasar.

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