FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley
Resulta del todo natural que las manifestaciones de solidaridad con los líderes sociales independentistas y los políticos catalanes encerrados en prisión de forma arbitraria y casi prevaricadora por parte de un juez que defiende el Estado de Derecho hasta quebrarlo a placer, en un ejercicio de contorsión jurídica admirable, haga ver a determinados presos, ajenos a la libertad desde hace bastante tiempo aunque sin condena de por medio, víctimas de una persecución judicial semejante. El peso infame de la cautelar, vamos. El caso flagrante de esto es Sandro Rosell. El ex president. «Si además es catalán«, pensarán algunos, creyendo inocentemente atar cabos como si fueran Sherlock Holmes en mitad de un orgásmico eureka. La realidad es que las circunstancias son distintas y además, distinguibles para alguien más o menos cuerdo o decente. Si bien la calle puede ignorar ciertos elementos a valorar como el riesgo de fuga, es particularmente insultante que un comunicador, que tiene la obligación de revisar estos elementos antes de mezclar la pluma con las lágrimas en sus ficciones, trate de meter en el imaginario de la indignación colectiva a personajes que le son afines para azuzar al personal. Sigue leyendo