QATAR EN BLANCO Y MÁS NEGRO (IV) | Jorge Ley
A Messi un buen día le dijeron que jamás lograría tejer una unión que atravesara a un pueblo fraccionado como el argentino, que no podría causar que miles de pibes soñaran con tener su camiseta puesta en lugar de su ídolo de Boca, River o Independiente, que jamás podría convertirse en esa figura totémica que viniera después del Diego a mayor gloria del fútbol de su país, que jamás sería un argentino completo porque nació futbolísticamente en Europa (¡No debe tener nada del potrero de Rosario!) y jamás conectó con una hinchada local como hacían otros monstruos albicelestes previo paso a arrancar sus aventuras europeas.