FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley
Echo de menos el ambiente en los estadios. Más si hablamos de la Copa de Europa, que ahora mismo parece una gran verbena en la que hay de todo menos gente. Teniendo incluso payasos y llorones. Mentiría si dijese que el Camp Nou sería una caldera, a lo argentino, a lo napolitano, que son lo mismo, de haber público en las gradas. El ambiente suele ser de cava y champán, que van cayendo durante los 90 minutos mientras a uno lo van arropando turistas japoneses como si estuviese dentro de un anime. Ahora mismo nos los imaginamos arrojando sus recién compradas bufandas al aire, por cierto, y hacemos bien. A esa buena gente lo que los conecta a la vida y al campo es el eco ensordecedor de los pasitos de Messi, al que descubrimos con 33 años dejando salir un bisonte de arma de destrucción masiva como si se tocara el pecho y soltara a su espíritu animal. Messi tiene más trucos que un trilero, que viene de ser actor y juego. Sigue leyendo