¡Oh, no! ¡Censura al gran ganador!

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

La moción de censura que por salud democrática y mental tiene a la Junta de Bartomeu en estado de shock, su estado normal, por otro lado, ha congregado a casi toda la oposición organizada del barcelonismo y, ante la adversidad circunstancial y la malintencionada, ha reunido más de 20000 firmas de rechazo a un modelo desastroso de gestión, comunicación, construcción y hasta “fallido en el aspecto humano”, asunto en el que hacen hincapié por lo bajini cuando les salta la vena rencorosa. Si este fuera el mundo prepandemia, y comprobado el hartazgo generalizado, es probable que los auditores siguieran contando firmas y las papeletas todavía fuesen llegando por toneladas vía tractores. Una demostración de vitalidad de un club que no es (solo) lo que Bartomeu suele deshacer desde la poltrona.

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El preso “deluxe” y la moción

FUEGO A DISCRECIÓN |  Jorge Ley

La confirmación de que Messi se queda, a pesar de sí mismo, es, antes que nada, un hecho por el que hay que compadecerse de la Junta. Y que obliga, fruto de la cortesía condescendiente, claro, a mandarles un fuerte abrazo porque, a pesar de las convenientemente amplificadas gesticulaciones, no logró el objetivo primigenio al que ya le hacía ojitos Rosell en aquellos primeros años de demolición de la herencia recibida: Venderlo. Deshacerse de él como si fuera un 10 cualquiera. Rosell buscaba ya al siguiente gran astro a expensas de descuidar y maltratar al que ya era el Barça con piernas; al final, siempre han sido hijos postizos de Florentino y sus galacticidios. ¡Habiéndose el mismo Florentino bajado del caballo cojo!

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Fundido a negro

EL ADIÓS | Jorge Ley

Al final, la marcha por fascículos de la mayor estela que jamás habrá pisado el Camp Nou está aderezada por las mismas malas artes, campañas de desprestigio de siempre, y un olor a quemado que solo es posible explicar a partir del revanchismo de una corriente que no tiene respeto por sí misma, mucho menos por el club al que con tanta hipocresía dicen defender. El neonuñismo ha dejado a los aficionados del Barça sin club, sin señas de identidad, sin proyecto alguno y ahora, como consecuencia casi inevitable, sin la mayor figura que probablemente ha dado el fútbol jamás. Se cargaron el mejor equipo de la historia desde su concepción primitiva de las cosas y desde el desprecio abierto a los representantes que lo hacían posible. El paso lógico siguiente era ir por la cabeza de su martillo pilón. La temprana despedida de Messi no deja de ser la dolorosa consolidación del mayor proyecto de destrucción futbolística jamás visto. El culmen de una infamia a la que nadie puso alto. Ni un periodismo cabizbajo y servil, ni una oposición a la deriva. Ni unos socios adormecidos.

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Es por tu bien

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

Quizá lo más dramático que se pueda escribir de la penúltima debacle del Barça en la Copa de Europa (8-2) es que se antojaba perfectamente previsible. Tanto en la superioridad futbolística, mental y hasta física del rival, que fue un espectro al que perseguían, sombras, los futbolistas del Barça, como en el apartado estadístico, que es un libro en sí mismo. Fueron 8, pudieron haber sido 10 o 6 y nadie tendría el derecho a sentirse particularmente sorprendido. A lo mejor estafado. Y allí sí habría razón de sobra. Les han arrebatado su club y lo han ido desarmando día tras día, en notable trabajo de orfebrería, unos sujetos incapaces de concebir planes que duren más de un telediario y que solamente son efectivos e implacables si se trata de practicar la aparatosa tarea de demolición. Lo del Bayern no fue sino el reflejo exterior, público y, sobre todo, impúdico de lo que sucede al interior desde ese infausto verano de 2010. Si quedasen resquicios de dignidad, de respeto por el club, pues, Bartomeu y los suyos tendrían que dimitir antes de que los dimitan. Antes de que la presión pública, de haberla en todo su esplendor, los haga saltar por los aires. Así podrán salir, al menos, con una foto decorosa al final de un mandato lisérgico y corrosivo.

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Masoquismo de largo aliento

FUEGO A DISCRECIÓN |  Jorge Ley

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Photo by LLUIS GENE / AFP)

Como mínimo, bajo la calamitosa gestión de Gaspart había un cierto orgullo gregario relacionado íntimamente al “ser culé”. El equipo se despeñaba, la administración no se sostenía ni con alfileres y la foto habitual era la del circo de los horrores, pero había algo de dignidad tragicómica en el hundimiento. Con el reciclado neoñunismo, no queda ni eso. Ni la gracia incómoda que provocaba Núñez con sus ocurrencias lingüísticas. En esta aventura del rencor, es imposible imaginarse un ataque de dignidad del presidente de la Junta directiva poniéndose de pie para dejarse pitar y que los asistentes al Camp Nou le muestren, entre pañuelos blancos, la puerta de salida. Sigue leyendo

La inocencia de los corderos

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

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EL carrusel del aún presidente Bartomeu, ¡Aleluya!, fue un momento cúspide de su mandato agónico y para padecerlo en todo su esplendor basta con atender sendas visitas a Rac1 y Catalunya Radio. No hay que recortarles nada a tales documentos radiofónicos para darse cuenta que, en efecto, estamos frente a “la Junta más competente de la historia del club”, como se ha publicitado en impecable cortesanés en los lugares de consumo habituales. El president fue a explicarse (por decir algo) y explicar la dichosa auditoría y dejó patente que solo gracias a una intervención superheroica en la cúpula una organización consolidada es capaz de aguantar tanta y tan grosera inutilidad seis meses después de tomar posesión sin que quede reducida a cenizas. Y que en lugar del Camp Nou yazca ahí mismo una cruz lúgubre. Este mérito, prolongar la sangría, es simplemente indiscutible y con él tendrá que cargar esta Junta una vez la fragmentada oposición se encargue de desalojarla. ¡Algún día! ¡Pero algún día cayó hasta Toni Soprano! Sigue leyendo

Lo que jamás cambia

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

Rousaud: “Bartomeu me dijo que hubo filtraciones que molestaron a ...

SOLO una camarilla selecta de auténticos elegidos sería capaz de romper el FC Barcelona en mil pedazos cuando el resto del mundo está en pausa y a otra cosa. Son, sin duda, més que unos dirigentes. Sin obviar, claro, que dirigentes es probablemente lo único que no son. Y al Barça así hay que quererlo. El reseñable mérito del elefante en cacharrería, todo sea dicho, es imposible no reconocérselo a quienes con tanta soberbia, revanchismo e incompetencia han movido los hilos del club desde hace años. Como en una tragicomedia difícil de digerir hace 23 capítulos, la Junta de Bartomeu, sus pavorosos vestigios, ha logrado darle una pátina de credibilidad a la de Rosell, insostenible analíticamente para quien haya hojeado más de tres segundos los diarios de información deportiva (¡Y los generalistas!) la última década. Naturalmente, hay que referirse a los que siguen religiosamente con el sacrosanto oficio del periodismo y no son movidos desde atrás como los Muppets, que al menos son graciosos de origen y no se les notan tanto los hilos.
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Sigan su camino

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

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A LA PREGUNTA de por qué el aún presidente Bartomeu y su grupo de descarriados vitales persisten en la profanación moral y estratégica de desterrar cualquier atisbo de dignidad y operatividad básica de sus funciones hay que replicar con un simple pero firme: Porque ellos son así y cometerían un grave error político haciendo cualquier otra cosa. Esta junta (Que es la extensión poco agraciada -¡Sí se puede!-, pero más entrañable de Rosell) comenzó despreciando la figura totémica de Johan con el asunto de la insignia y prosiguió la infamia votando en blanco esa moción que representaba fielmente su icónica «Votar sí a echar a Laporta es votar no a Cruyff». Aquellos aciagos tiempos en los que pedían una acción de responsabilidad contra la antigua Junta y la votaron divididos como directiva a modo de disfraz. Muestra inequívoca que son despiadados y el mismo culmen de la inconsecuencia. Para esta gente hacer las cosas como cualquier cabeza pensante sería un grave error político porque quizá los votantes, los socis, no encontrarían sino un actor poco genuino al que difícilmente le dejarían las llaves de su casa una noche fuera. Sigue leyendo

La normalidad del neonuñismo

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

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«Hace un par de años, compartí a través de estas columnas el miedo a que el neonuñismo imperante convirtiera el “més que un club” en “un club més”. Finalizado este experimento de mal gusto que consistió en destripar todos los principios fundacionales instaurados por el cruyffismo, Bartomeu y compañía van camino de convertir “un club més” en un club vulgar. Ya no solo incapaz de ser fiel a la senda del éxito, sino que fracasa en su intento de ser una institución medianamente normal y funcional.« Sigue leyendo

De atropellos y ascensiones

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

FC BARCELONA- REAL BETIS BALOMPIÉEl Barça jugaba tan bien ante el Atlético de Madrid que se ahogó en la orilla en la que puso su bandera Ángel Correa, apóstol convencido de esa religión aún vigente llamada cholismo y que zarandeó los estertores de un grupo de descarriados que habían entrado sobre el final a la habitación del pánico, como si cada Anfield reciente se hubiese acumulado en los cogotes de esta buena gente que fue perdiendo facultades de modo vertiginoso. Jugó tan bien mientras se asomaba el iceberg que ha sido la puntilla final que esta Junta se encontró en el camino para quitarse de en medio a Ernesto Valverde, al que se fue abandonando súbitamente estos días como si alguien lo hubiera visto atropellar a un cristiano y emprender la huida. El txingurri llegó a Arabia Saudí con una semifinal de Supercopa por jugar, ningún chaleco salvavidas y las horas contadas. Y lo han sacado por la puerta de atrás con unas formas tan grotescas que parecían diseñadas por la mente maquiavélica de algún desagradecido con el fin último de ahorrarse el finiquito al que Valverde tenía derecho, renunciando a él en un ataque de dignidad. No lo hizo y se fue como es: Elegante hasta el final. Pero a la Junta y la dirección deportiva solo les faltó eliminarlo de las fotos como hacía Stalin y empezar a hablar de él como de “ese señor del que usted me habla”. Ya todo se andará. Puesto que se pudieron tener maneras más ruines, pero hacía falta resucitar a Jesús Gil y que insultara al pobre hombre a la salida del Camp Nou. Sigue leyendo