De proclamados y usurpadores

¡AQUÍ SE JUEGA! | Jorge Ley

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No estoy muy enterado de las vicisitudes de la política bajacaliforniana. ¡Ya solo faltaba expandirme tanto cuan Bonilla! Mira ahí, una manera novedosa de describir las abruptas extensiones: Medir las prolongaciones en Bonillas. Esa razón fundamental es la motivación última por la que no bajo con mayor contundencia a las circunstancias específicas de sus particularidades regionales, pero sí hay un par de cosas de cajón para cualquier demócrata que no ha perdido el norte en esta vorágine que es la 4T, o la dignidad. Un asunto de alta trascendencia ya que se nos han ido buenos y sobre todo, moldeables soldados en la travesía. No es aceptable, ni moral, ni comprensible que un congreso local se de el lujo de pasarse la constitución y todas los principios de mínima decencia por el arco del triunfo. No hay más. Ya podrá el señor Bonilla, el proclamado gobernador de largo aliento ¡Y más larga agonía!, atender con una sonrisa cínica cualquier crítica como si le estuvieran hablando de la trampa que, a buen seguro, hizo jugando al póquer. Ojalá habláramos solamente de la flagrante caradura de un tipo que abusa de sus compañeros de pupitre y no de la flagrante caradura de un gobernante y el séquito que le aprobó esta reforma que abusa de toda una legislación y de sus gobernados. Jaime Bonilla es el indescriptible tramposo que, en buen español, te mea, dice que llueve y luego pide respeto. Hay menos cinismo y descaro en un tahúr twittero.
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Lo que va de Reforma a Proceso

¡AQUÍ SE JUEGA! | Jorge Ley

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Hay un ejercicio, entre psicodélico y surrealista, que uno puede hacer si tiene el cuerpo para resistirlo. Un asunto heroicamente terapéutico, a decir verdad. No sé muy bien por parte de quién. Consiste en meterse a la web de Reforma cada 6 u 8 horas y ver la sección «AMLO acusa» con sus respectivas y creativas actualizaciones: «¡AMLO señala a Reforma!» «¡AMLO arremete contra Reforma!» Hasta tuvo que llegar el día que Aristegui, columnista del diario, quiso poner calma con un artículo donde le pedía señorío al presidente como si fuera un mero asunto involuntario de incontinencia verbal. O un ejecutivo del Real Madrid. Aquí, tras algunos rounds, se disputa entre periódico y político un duelo de esgrima dialéctica en donde más que pasiones, hay poses. Sigue leyendo

El Urzuazo

¡AQUÍ SE JUEGA! | Jorge Ley

La carta con la que da el portazo el ex ministro sietemesino Urzúa da tres claves fulminantes sobre su marcha y, sobretodo, respecto al particular funcionamiento al interior del gobierno: Los conflictos de interés sin clasificar (¿Cuáles y quiénes?, porque se hubiese agradecido la explicitud del dedo levantado), la imposición de nombres inexpertos en las carteras y la toma de decisiones gubernamentales «sin sustento». Una noticia devastadora en términos de relaciones públicas para el gobierno y comparable a la onda expansiva que causó la marcha de Germán Martínez del IMSS, cuando se fue levantando un yo acuso de manual, fulminante también, contra el Ministerio de Hacienda por su austeridad de taparrabo, del que ahora se va también su titular. Sigue leyendo

Terapia grupal

¡AQUÍ SE JUEGA! | Jorge Ley

Tan solo medio año de gobierno de la 4T (El «tan solo» es un generoso eufemismo) ha reforzado dos posiciones enconadas de las que no salimos, ni parece, saldremos a patadas. Primero, la premisa de que este gobierno cuasi revolucionario (¡Qué más quisiera yo!) está por encima del bien y del mal y a cuyos supremos pontífices poco les falta para exclamar «¡Aleluya!» cuando se ensoñan en la imaginación de un presidente de la República que va por la vida curando enfermos por pura imposición de manos. Es cierto que tendría más sentido llevar a cabo cualquier tipo de sanación en hospitales públicos, pero los recortes, llamados publicitariamente «austeridad republicana», parecen más bien una especie de ayuno franciscano. Y por el mismo agujero por el que se van los «excesivos» aviones presidenciales, se va también el dinero destinado a los servicios públicos y los sueldos para mantenerlos a flote. Lo peor que se puede decir de López Obrador en términos de burocracia gubernamental (Ya otro día hablamos de la malintencionada demonización conceptual) es que los Zuckermann de la vida, partidarios de reducir al Estado a un bolsillo, lo observan complacidos. Y eso, más que una red flag, debería ser una sirena en el oído de cualquiera que aprecie un Estado de bienestar digno de tal nombre y no una jungla en la que todos vamos en taparrabos. Sigue leyendo