¡AQUÍ SE JUEGA! | Jorge Ley
La fatal imagen de la bebé y su padre ahogados en el Río Bravo nos regresan con violencia al verano de 2015. A la fuerza. Como si nos tuvieran que poner la prueba del delito en las narices a ver si captamos las señales. Aquella señalada fecha en la que el pequeño Aylan Kurdi, a mitad de una crisis humanitaria sin precedentes en el Mediterráneo, apareció en la orilla de una playa turca para recordar que Siria se descomponía a la velocidad de la luz, la miseria propia de los Estados europeos y, al final, como condena moral. Aylan apareció para que no pasara nada relevante políticamente más allá de los infructuosos debates sobre el periodismo fotográfico y sus límites en determinados circuitos mediáticos. Se discutió más sobre el papel y la ética de los diarios que sobre las razones que llevaron a ese pequeño sirio a aparecer sin vida como un juguete perdido. Salvamos de esta desgracia moral, por supuesto, a las ONGs y actores varios que discutieron ¡y actuaron! sobre el fondo del cementerio marítimo en el que han convertido las costas europeas.
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