«Ahí vamos viendo»

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

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Un presidente que pregunta en voz alta a los abnegados hinchas de su club, pretendiendo vender no sé qué seny y profundidad analítica, el porqué de su evidente insatisfacción tras ser apeados de la Copa de Europa con 4 latigazos, solo es una imagen técnicamente verosímil si ha perdido cualquier atisbo de cordura y contacto con la realidad. Si a ese Vía Crucis de Anfield, que parece no haber acabado nunca, le acompaña un juego con el que bien se podría dormir a las ovejas la gran mayoría de los partidos, la interrogante planteada por la máxima autoridad del FC Barcelona encaja como anillo al dedo en la mediocridad en la que se ha instalado el club desde que esta gente llegó al poder el verano de 2010. Esa marcada fecha. Porque no nos equivoquemos, Bartomeu es la cara amable que jamás tuvo Rosell, pero tampoco es otra cosa que su extensión política y deportiva como dirigente. Sigue leyendo

Desintegrarse a pedazos

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

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Si se pensaba que el naufragio romano había sido una mancha imborrable pero irrepetible en la historia del FC Barcelona, el hundimiento de Anfield pasará a los anales enciclopédicos de los blaugranas como una desconexión futbolística y mental como pocas se han visto en la Copa de Europa. «No se puede repetir», nos decían como loritos por todos lados desde que se pitó el final en el Camp Nou y la ventaja se antojaba una losa insalvable para los de Klopp. Pero la debacle ha sido tal que hasta Jordi Alba, un tiro en la ida, parecía un muñeco de trapo atrás y adelante. Como si fuese un autómata defectuoso y no el mejor lateral de la temporada. Alba parecía el doble de su doble. Con perdón de su doble. Ya no hablemos de Coutinho. Un ente inclasificable que se borró del campo y que, por no hacer, no hizo ni de estorbo.
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Tiranizar el sufrimiento

FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley

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El fútbol es pura incertidumbre y Messi, su única certeza. Eso y la razón primordial por la cual el Barça ha salido de una sola pieza de esa jaula a 100° centígrados que es el Liverpool de Klopp. Ese acoso incesante de Salah y Mané, esa bala disparada que es Robertson y hasta las llegadas de un Milner punzante, que por hiperactivo parecía que se acababa de soltar de los amarres de un manicomio. El Barça puede empezar a entender su insultante triunfo (Si es que puede), su goleada fast track en semifinales de la Copa de Europa, a partir de esa estela inexplicable que lleva el 10 en la espalda. La otra razón, que empieza a ser también de una excéntrica regularidad, es el concierto de intervenciones decisivas que comienza a cosechar cada semana Ter Stegen. El arquero alemán cimentó la victoria que Messi, implacable, después se cobraría. Una vez más, el argentino disparó primero y preguntó después. Sigue leyendo