¡AQUÍ SE JUEGA! | Jorge Ley
A esta altura del sexenio, que es la nada, cabe preguntarse hasta cuándo resistirá el manto protector de adamantium del que goza encantadísimo el presidente López Obrador. No parece que su indudable popularidad vaya a resentirse por otra cosa que no sea el elemento 100% tóxico de la violencia. Las intenciones y los símbolos lo están aguantando todo. No solo hay presidente, que hacía falta, sino curandero. Pero la matanza en Minatitlán eleva más que nunca la cuestión a rango de interrogante. Una de las principales causas de la decadencia del presidente Peña fue su nefasta y negligente gestión del caso Ayotzinapa. El presidente de la televisión había pasado más tiempo como un ente fantasmal por ella que atendiendo ese crimen contra la humanidad ocurrido en su país. De hecho, hemos oído más de Peña Nieto tras su divorcio que cuando era Jefe de Estado e Iguala, un erial. Sigue leyendo