TRAVESÍAS RUSAS (IV) | Jorge Ley
La sonora derrota que tuvo a México colgado del alambre por casi 40 minutos ante Suecia es la fiel representación de lo que está siendo esta fase de grupos de la Copa del Mundo: Un cúmulo de sufrimiento extendido por casi todas las canchas de Rusia y una inversión de las probabilidades en el status quo del fútbol mundial. O de lo que se supone que es. Por eso, la misma selección que fue una de las sensaciones de las dos primeras jornadas, México, apareció en Ekaterimburgo como un búnker a prueba de bombas y salió más agujereada que un queso gruyer.