FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley
Existe hoy en día una corriente de opinión terriblemente extendida según la cual los deportistas, respecto a la vida social, política y democrática de su país, deben ejercer puertas hacia fuera como muñecos de cera. Ya lo hacen algunos políticos «¿Qué problema habrá en que también se lo apliquen ciertas figuras públicas ajenas al barro parlamentario/legislativo?», pensarán algunos. La realidad es que cualquiera con 3 millones de seguidores en twitter o un millón de suscriptores en Youtube es una fuerza de la naturaleza que no tiene deber moral alguno, salvo en contadas excepciones, de «dar su opinión», pero sí tienen el derecho a hacerlo.
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