FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley
Cuando Leo Messi levita por el campo, como si entrara en combustión, no cabe otra cosa que deponer las armas, ponerse de rodillas y arrojar las manos detrás de la cabeza. Es una manera de rendirte ante la evidencia del que es muy probablemente el mejor futbolista de todos los tiempos. No necesitó otra cosa el Barcelona para derrotar al Real Madrid en el Bernabéu y revivir una Liga que se escapaba por las rendijas. Para no perderlo, Ter Stegen firmó otra exhibición demoledora; para ganarlo, Messi firmó una inexplicable. Sigue leyendo