FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley
Las imágenes de los padres en Alaró golpeándose en un partido de menores, de infantes, de niños que gritaban asustados, hacían recordar a las fechas en las que los hooligans ingleses se apropiaron del fútbol de su país como si fuera el jardín de su casa. Todo hasta que Margaret Thatcher impuso mano de hierro, en especial tras la tragedia de Hillsborough. Sigue leyendo