FUEGO A DISCRECIÓN | Jorge Ley
Claudio Ranieri era un entrenador tan denostado por el amplio espectro futbolístico que cuando llegó a Leicester City lo hizo para enterrarse con el equipo. Las casas de apuestas no daban un duro por su permanencia y las banderas estaban con anticipación a media asta. Si, además, se trataba de un italiano muy apegado al cliché del juego defensivo militar, de las líneas juntas y el espectáculo cero, la contratación del romano se interpretaba como salir con las manos en alto, dispuesto a que a lo arrojaran a uno al calabozo. Hace dos años, sin ir más lejos, no habría salido todo un Mourinho homenajeándolo con sus iniciales (CR) en la camiseta como si hubiera escuchado sus discos desde niño y hubiera visto todas sus películas. Sigue leyendo