¡AQUÍ SE JUEGA! | Jorge Ley
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HAN pasado unos 10 días de la caravana triunfal de Sheinbaum a las puertas del poder y aún hay que procesar a qué se refiere toda la buena gente que en 6 años no pudo, quiso o se animó a promocionar un proyecto socialdemócrata clásico, como claramente gusta, cuando le pide cambios a la virtual presidenta electa propios del ramo y de sus gustos particulares. No sería consistente con lo que ha sido ella como delfín ideológico obradorista desde hace bastantes años. Ni con lo que ha sido la 4T en ejercicio, ni con lo que prometió en campaña: Plan C para rehacer la esencia misma del Estado de arriba a abajo. A mí también me gustaría una candidata en pañales, libre de cualquier etiqueta, vacía, a la que poder colgar todos mis deseos y políticas públicas como árbol de Navidad, pero no me presenté a las elecciones.
Ya ni me meto con las pobres almas que han pasado años ya subidos a la Sierra Maestra de twitter, la penúltima pocilga de Elonio, y abjuran de la dichosa «transformación» (¡Pronto se concretará, herejes!) por ser una prolongación de la conjura capitalista antiobrera y de las que seguimos sin noticias emancipatorias. Por no tener, ¡no tenemos ni consuelos reformistas en forma de aumentos de sueldo, pero sí discursos para nuevas conciencias hechas en un cuarto de 3×2! ¡Quia! Seguiremos en la bendita espera.
Al menos esta gente, también es cierto, no se ha puesto a pedir a una presidenta electa que traicione la palabra dada si es lo que voceó como poseso recibiendo un mandato popular colosal, por más que firmemente se opongan. No engañó a nadie, hizo campaña explicitando sus intenciones quasi revolucionarias y los electores escucharon el llamado. Ciertamente, el gobierno no es culpable de que sus oponentes más notables no pasen de latigueros semidocumentados con extractos dudosos de wikipedia y lumbreras analíticas con ínfulas de aparecer en el vertedero de un Fox News (sic) mexicanizado por internet. Y las elecciones tienen consecuencias. ¡Ya habrá mucho tiempo para que defraude, como cualquier gobierno que se precie, a quien no sea consciente de su voto! Las impresiones sobre la dimensión desconocida a la que estamos por entrar están perfectas y las imaginaciones son muy libres. Yo también he tenido miedos y, sobre todo, prejuicios en la vida. Pero todavía no nos hemos ganado la labor constitucional de corregirle la plana al nuevo gobierno y toda su parroquia para ganar lo que perdimos en el campo después de que los campeones se llevaran las medallas a su casa. Es posible, claro, que todo esto sea un error. ¡Ya aprenderemos mejor de La Democracia (™) como dios manda de todos nuestros reformistas/progresistas perfectamente doctos en la última columna de Denisse Dresser!
twitter: @jorgelh